La trilogía de los componentes del sistema de aprendizaje: paradigmas, sujeto y contextos, nos
lleva a reconocer que los procesos de autorreferencia (identidad dinámica) y de autoorganización son necesarios para el desarrollo del conocimiento del mundo de la ciencia y de
la profesión, de forma contextualizada y en condiciones de igualdad de oportunidades.
La autorreferencia como uno de los principios de la complejidad, nos convoca no solo a
establecer cuáles son aquellas características diferenciadoras, que nos permiten distinguirnos
de los demás en la dinámica del ser, estar, pertenecer y permanecer que es lo que constituye
nuestra condición humana, sino que nos mueve a implicarnos y comprometernos con la visión
que tenemos de futuro, con los valores y la cultura, para construir una cosmovisión que integra
los ámbitos personales, espirituales, comunitarios, profesionales y ciudadanos.
La auto-organización, nos lleva a establecer cuáles son los procesos que nos permiten
convertirnos en seres histórico-culturales capaces de integrarnos de una manera reflexiva y
crítica, en las contingencias e incertidumbres de la realidad. Estos procesos básicos son el
desarrollo del pensamiento, la reflexividad, la comunicación y la contextualización y nos
ayudan al desarrollo de potencialidades y capacidades encaminadas a la construcción de
relaciones armónicas con el conocimiento, la naturaleza, los colectivos sociales, la cultura y la
paz, esto es, el buen vivir.
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